Hay gente que realmente hace lo que quiere.
No Es Nada es el podcast de Fierita Catalano producido por Oficina Nerd.
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369. Salieris a disgresión
Gusti (G): Hola gente de No Es Nada, espero que…
Guillermo Catalano (GC): ¡Hola Gusti!
G: …anden bien, aquí Gusti desde Santa Fe…
GC: Sí, ya sé
G: …lunes 17 de octubre de 2022…
GC: Eso fue ayer
G: …13 horas 50 minutos…
GC: Muy bien
G: …bueno, un día importante en Argentina para muchas personas, no voy a decir nada más al respecto…
GC: El día de la lealtad[1], ¿cómo no vas a decir más nada? El día más lindo del año…
G: …para las personas para las cuales hoy sea un día importante, feliz día…
GC: Qué más lindo que decirle a un amigo feliz día, el día de la lealtad
G: …vengo aquí después de mucho mucho tiempo, me escuché unos beans de Iván y de Ezequiel, el de Iván databa del 9 de septiembre, así que…
GC: Es muy capo Gusti
G: …pero bueno los escuché ahora, así que voy a tirar algunas comentarios de todas estas cositas, del episodio del podcast que salió en estos días y que lo escuché hoy, y bueno los beans que escuché hoy también.
GC: Perfecto, si ustedes qu0ieren escuchar esto tienen que entrar al Cappuccino[2] de No Es Nada, donde hay gente… interesantísima es poco, por ejemplo a Gusti, le mando un abrazo a todos ustedes.
Su pericia está dada por su discrecionalidad, no por su discreción (ese es otro tipo de trabajo que se premie la discreción), pero acá la discrecionalidad. Había una pizzería, siempre cuenta mi padre, que cuando Boca ganaba la porción de pizza que vos comprabas al corte, para los que no se hayan criado en Argentina (lo lamento por ustedes), y no sepan qué es la “pizza al corte”… “en Italia también existe la pizza al taglio[3]”, sí ya sé, básicamente es que en vez de comprar una pizza entera vos comprás una porción, pero no como la porción de la New York pizza[4] (que es más grande que el plato, no… es un sinsentido total), sino una porción de persona normal, de artista, y no… va mezclando: dos de muzzarella, una de fugazzeta, una de jamón y morrones, y se sobreentiende que estás hablando de porciones, nunca de pizzas (eso es en el mostrador). El verdadero comensal de pizza come pizza tradicional, estamos hablando en Buenos Aires ¿no?, pizza tradicional al molde. “No pero a mí me gusta a la piedra”, a mí también me gusta a la piedra, pero yo te estoy hablando las cosas como deben ser: la pizza al molde y al corte, ¿por qué? porque la acaban de sacar. También hay que relojear (hay que estar muy atento) a si la pizza que te van a dar, la acaban de sacar o es una que tienen ahí durmiendo. Si vos vas a Las Cuartetas[5], como cualquier persona de bien va, ahí nunca está durmiendo la pizza (a menos que vayas a las 4 de la tarde como un boludo, ¿no?). La cuestión, que mi padre contaba esto, que en Lomas[6], en esa pizzería que él iba, los dueños eran unos tanos hinchas de Boca: cuando Boca ganaba, la porción era más grande; cuando Boca perdía, la porción era más chica. Y, claro, no hay en ningún lado un nomenclador, no hay un código alimentario que diga “la porción tiene que medir tanto”, y lo celebro que no lo haya, que no lo haya nunca. Lo mismo las empanadas. La gente (entre los que no estoy ni estaré nunca) que pide delivery… ¿cómo vas pedir delivery, envío a domicilio?. Una cosa que llega fría, no hay modo que el envío a domicilio sea rico. O sea, la única gracia del envío a domicilio es si sos tan vago de no salir a la calle, pero sabés de antemano que siempre vas a comer peor que si cocinaras vos (por supuesto), y que si fueras a comprarlo (también). Ni hablar de ir a comer ahí, por eso a mí la pizza me gusta ir a comer a la pizzería, ni siquiera me gusta ir a buscarla (que es más digno que el envío a domicilio). Cuestión que el tipo lo corta como quiere, la pizza mal o bien tiene que tener tantas porciones, no puede hacerse tan el gil: o sea, se supone que tiene 8 porciones, es más, yo recuerdo muchas veces de preguntar, vas a una pizzería que no conocés: “¿la grande cuántas porciones tiene?”, y el tipo te mira como diciendo “y… ¿qué te importa, boludo, cuántas porciones tiene? Igual si es chiquita te la corto en lo mismo, en 8, o en 16 o en 32 si quiero”, pero la porción es la misma, pero se sobre entiende entre buena gente que la porción de pizza es más o menos como tu mano (un poco más grande). Bueno, los que me parece y el otro día por eso quería hablar de esto, que son los reyes de esto de la discrecionalidad, son los heladeros: el heladero te hace el tamaño que se le canta las bolas. Básicamente vos vas y tenés, el chico, el mediano, el grande y en algunos casos el cucurucho. Ahora que todo se pervierte gracias a ustedes, jóvenes, diría Iorio[7], “la culpa es de ustedes”, ahora te dan cucurucho de todos los tamaños, pero antes el cucurucho era solamente el helado grande, era como la joya de la corona, ese era el cucurucho. El resto eran vasitos (en España le llaman tarrina). Es sabido que en el vasito de cartón entra más helado, pero el vasito de pasta es más rico porque te lo morfás. Entonces, lo que yo fui aprendiendo con el pasar de los tiempos es que nunca (si vos vas en un grupo, son cuatro personas), nunca vos tenés que ser el primero que pide el helado, porque el primero que pide es el que va al muere; o sea, ya a partir de ahí te dicen “bueno”… vos te das cuenta, este es el chico. Pasa mucho, pasa mucho, que el chico vale 3 o 300 o 3000, y el mediano vale 5 o 50 o 5000, y son iguales a veces, y vos decís “¿y cómo puede ser?”. Claro, es que en ningún lado explica qué tan grande es el helado, y en algún lado que lo tienen ahí, tampoco nadie te garantiza… no lo miden, no tiene un molde, excepto los de bolita: nada más amargo que ir a comer helado que te sirven de bolita, no voy directamente. ¿Cómo voy a comer helado de bolita? No tiene sentido, o sea, haceme el helado que te quede bien para arriba, que no se caiga. Bueno, el otro día fui a una heladería muy buena, y justo me atendió un pibe que se nota que era el hijo del dueño, que era un desastre cómo hizo el helado; y por supuesto me cagó. Mi mujer, se lo hizo la heladera, la dueña de la heladería, y le hizo un helado grandote. A mí me lo hizo este pibe, me hizo la mitad, me costó lo mismo, y no le podés reclamar; o sea, yo quisiera decirle “¿qué es esta mierda de helado que me diste?”. Pero no se puede, porque ya no podés ir más. Y después está la otra, que es, vos tenés que especular, cuando pedís cuál va arriba y cuál va abajo. Yo, de grande, me hice el canchero en algún momento que tenía exceso de confianza, y llegué a decir “sambayón y dulce de leche, sambayón abajo”. El tipo te mira como si hubieras dicho “me comí a tu vieja”, más o menos. Y es cierto, no se puede decir qué va abajo y que no, porque el que va abajo y el que va arriba, depende de qué tan duro esté (en todos los órdenes de la vida). Entonces no es que vos podés… el que quieras. Entonces vos, si sos un buen comedor de helado, también tenés que, a ojo, ver cuál está duro y cuál está blando. De lo que está duro te dan menos, de lo que están blandos te dan más, pero si vos elegís dos blandos, cagaste, porque el de arriba te van a dar muy poco porque si no se cae. Que no es mi culpa tampoco que se caiga. Esto me hace acordar, ¿vio Don Corona?, de una teoría de marketing que leí hace un tiempo, puntualmente hablaba de pricing[8], que es como “cómo ponerle precio a las cosas”, y el tipo recomendaba que siempre vos tenés que tener el bueno, el malo y el feo. Entonces, en un esquema de tres, nunca el precio es uno. Vendés esto, ¿cuánto vale? Bueno, hay tres versiones: hay una que vale 20 pesos, que es una mierda total; una que vale 25, que está bien, esa es la que sirve, 25; y por 28 te doy una que es espectacular. Bueno, nadie compra la de 25, vos compras la de 28, porque te sentís muy boludo de no comprar la de 28 por 3, y la diferencia es por ahí el doble de las prestaciones. Eso es el bueno, el malo y el feo. Entonces, en el helado pasa igual: yo ahora de grande, de grande quebrado, pido siempre el chiquito. Bueno, no me importa, te miran como diciendo “mirá que te conviene más el grande por poquito”. No me importa, el chico quiero. Lo que hice la otra vez, que encontré esa heladería muy buena, se llama La Dolce Fina[9], espectacular, helado de estilo italiano, bien cremoso, sedoso. Comí… repetí helado, comí dos. Eso ya es… de hecho me lo firmaron, te dan el diploma de gordo. O sea, repetir helado ya no hay más que eso. Es decir, próximamente ya es el andador, repetir helado. Pero no me importa. No me importó. Pocas cosas son más ricas que el helado más rico. Y yo te puedo comer helado todo el año. Pero me quedé con eso: con el bueno, el malo y el feo, también se aplica al helado. Y no lo vas a saber nunca, hay una cuota de azar. Después también, por supuesto, ¿para qué se come helado?. Para competir con los otros que fueron con vos, quién pidió el mejor gusto. Gano siempre. Gano absolutamente siempre. ¿Por qué? Porque no hay que salir de cinco gustos. O sea, nunca voy a pedir helado de “tubo florecente con sorete recién pisado”. No, señor. El helado se come de dulce de leche, se come de sambayón y alguna cosa más, un día que tenés ganas de… “ay, hoy voy a cambiar”… Bueno, qué se yo: salí con un chabón si querés cambiar, pero no pidas quinotos al whisky. Que no hay quinotos, nunca es la época del quinoto. El quinoto de whisky habría que tomarlo en la época que el quinoto está de temporada. Nunca es la temporada del quinoto y del whisky menos. Entonces no, esos son helados que no hay que pedir.
Bueno, todo esto, que podría ser una mala copia de mi programa de radio favorito, no lo es. Es de verdad una reflexión de los pocos trabajos que quedan que sean discrecionales: cada vez todo está más normalizado. Básicamente porque casi en ningún lugar ya te atiende el dueño de los lugares. Entonces hay un esquema de costos, hay toda una cosa… entonces se complica que el tipo haga lo que quiera. Igual a mí me gusta a veces cuando se rompe eso de que alguien dice “uh, esto no me gustó”, “bueno, no importa: le doy otro”. Y yo siempre pienso, ¿se lo descontarán?. ¿Cuántos “no me gustó te doy otro” se pueden dar al día? O ¿cuántos “se me cayó te doy otro” se pueden dar al día? En las casas de hamburguesas de cadena a mí me gusta casi siempre tirar la comida cuando me estoy yendo y decir, “se me cayó, dame otro”, porque sé que no se lo van a cobrar al tipo y se me cayó a mí. No, mentira, no lo hago, me gustaría hacerlo, pero no me animo. De hecho no voy a hamburguesas de cadena, no voy. Y hamburguesas gourmet tampoco, porque ¿cómo voy a pagar caro por comer una hamburguesa? Pago caro por comer comida que realmente tenga una elaboración, que sea complicado hacerla, que sea “¡uy, mirá qué bueno lo que hizo este tipo!”. O sea, pago por comida como si fuera Luis Salinas[10] o Paco de Lucía[11]. No pago por comida de una cosa que podría tocar yo, que no sé poner el fa.
Este podcast antes no era discrecional y ahora lo es. Pero como me parece mal que lo sea, voy a intentar que deje de serlo. No voy a prometer nada que no pueda cumplir. Les iba a contar también de una cosa que me compré, pero eso ya será para el próximo capítulo, porque ahora ya se hace de noche y solo me resta decir: No Es Nada.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_de_la_Lealtad
[2] https://cappuccino.fm/
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Pizza_al_taglio
[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Pizza_estilo_Nueva_York
[5] http://www.lascuartetas.com/
[6] https://es.wikipedia.org/wiki/Lomas_de_Zamora
[7] https://es.wikipedia.org/wiki/Ricardo_Iorio
[8] https://en.wikipedia.org/wiki/Pricing
[9] https://ladolcefina.es/
[10] https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Salinas
[11] https://es.wikipedia.org/wiki/Paco_de_Luc%C3%ADa