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363. Poli A Morfo
Hace mucho que no me meto en quilombo. Mucho. En quilombo divertido, ¿no? No hablo de hacer lío, no hablo de hacer cagadas. Que eso, alguna que otra hago, no demasiadas. Pero en quilombo, quilombo hace rato que no me meto. Y me pasa que tengo como “saudade”[1] del quilombo: “saudade” es esta palabra que tienen los brasileños que no tiene una traducción literal al castellano. Sería algo así como “nostalgia”, como… bueno en España también usan una que se llama “mono”[2] que no es exactamente “saudade”. “Mono” es como un síndrome de abstinencia[3]: “tengo mono de tal cosa”. Y de hecho la usan cuando hablan de drogas también: “tal no porque tiene mono”. Y yo siento que tengo una mezcla de entre “mono” y “saudade” de meterme en quilombo. A la vez siempre dije “no, yo quiero tener una vida tranquila, no quiero tener más problemas”. Pero hay algo en mí que se empeña en decir “che, pero no sos vos si no estás en quilombos”. No sé por qué. Hay una constante, creo que esto del aburrimiento constante tiene que ver con eso. De si demasiado tiempo hago las cosas demasiado bien, siento que hay momento de hacer algún quilombo, que no sé cuál es.
No estoy hablando de polleras, que es lo primero que pensarán los tramposos que escuchan este podcast. “Ah, está hablando de minas”, no, de hecho ni me enorgullezco ni me avergüenzo de esto, pero no está entre mis habilidades ni entre mis características la de ser mujeriego. No porque moralmente considere que eso esté mal o esté bien, es simplemente una aptitud que no tengo. Tampoco pienso que podría serlo; o sea, es verano aquí y, por supuesto, es increíble el nivel de pilcha, de look y de viejo verde que manejo, por supuesto. Pero ni se me ocurre ni pensar en una hipotética, lejana posibilidad de “y mirá sí…”, no. No quiero saber nada, no quiero ni pensar el quilombo que debe ser, lo estresante que debe ser. No sé ni qué se hace ni cómo se hace. Siento como que hay cosas que son para determinada edad y que si no las hiciste ya no las vas a hacer más. Y yo no las hice. Y entonces siento que no las voy a hacer más.
A la vez, la contracara de eso es que en el plano de la fantasía no es que pienso (digo) “uy, ¡mirá!… y con esta me iría y pasaría tres minutos locos”. No: cuando voy a ese terreno de la fantasía es una fantasía más “y dónde viviríamos”, “si tendríamos hijos”. Casi que en un mundo antiguo diría que es un pensamiento femenino el mío (ya no existe más por suerte eso, o no debería existir). Pero mi pensamiento siempre es así, y creo que mi cerebro hace eso como un modo de protección. Porque si pensara “uy, ¡mirá!, esta mina está buena, podría salir a esconderme diez minutos, pum y si te he visto no me acuerdo”, la barrera para llegar a eso es mucho más baja que la barrera de “yo me iría a vivir con esta a las Cataratas del Iguazú[4] y tendríamos una choza y guacamayos y niños que hablarían mitad portugués, mitad castellano”; y entonces eso me pone tan lejos la vara que me hace decir “no, no, bueno, olvidate. Ya fue, sigamos con lo tuyo. Llamá a casa, preguntá a la jefa si hay que comprar algo para la cena, o si vamos a ir a comer afuera, o qué haremos”.
Por otra parte comer afuera es lo que más me gusta en el mundo. Es un buen indicador de mi realidad económica. Un día a mi hija le dije “hoy vamos a ir a comer afuera, sushi”. “¿Subieron las cripto?” (ya eso no pasa más). Pero siempre pienso eso.
Y eso me pasa en otros órdenes de mi vida, el no fantasear “aquí y ahora”, fantasear en largo. Y fantasear en largo te garantiza no hacer nada: ahí sí se alía a tus principios morales, si querés: es un mecanismo de defensa. No pienso lo posible, pienso lo imposible. Como es imposible no lo hago y listo, se acabó el problema.
En la teoría la poligamia es una maravilla, hasta que tu pareja te dice “me voy que tengo que darle a uno”: ahí te quiero ver. Te lo juro que admiro y hoy que es el día internacional LGTBIQ[5] a unos amigos que tengo, gays (“yo tengo un amigo gay”[6], no, tengo como diez amigos gays) que son liberales en su pareja, tienen todo una serie de reglas y la verdad que los admiro, pero siento que yo no podría lograrlo: ni las proezas que ellos hacen, ni el tema de la liberalidad tampoco, ninguna de las dos cosas.
Siento que de un tiempo a esta parte con muchos mensajes que recibí del podcast y de… ¿no?, y cómo lo escuchan y lo que les representa, que me condiciona y cada vez tengo más miedo de hacer el podcast, porque siento que nada va a estar bien. Quizá eso es lo mismo, es fantasear en largo, es fantasear en el premio, el podcast del año, en el Ondas[7], en el “porondas”. Y más pensás en eso y menos hacés. Y bueno, ahí sí me animo a hacer, porque digo “mal o bien, lo que se hizo se hizo porque no se pensó tanto”.
En la estación de Banfield[8], cuando yo era chico, había siempre un taxi. No existía Uber[9], no existía Cabify[10], no existían los remises[11]. Y nunca lo vi andando a ese taxi. Debo haber viajado en ese tren veinte años de mi vida, nunca lo vi en movimiento, siempre ahí en la estación. Y recuerdo alguna vez de volver tarde, por lo que fuera, y de plantear “¿y nos tomamos un taxi?”. “No, olvidate, es imposible”. Era como si te dijera a guita de hoy $15.000, €150, €200. “¿Pero cómo puede ser?”. “No, imposible, es carísimo”. Y yo digo “¿y para qué está ese taxi ahí?”. Insisto en la época, que no había radiotaxi y a diferencia de la Capital Federal[12] donde los taxis andaban por la calle y levantaban pasajeros, este era un taxi que era siempre el mismo, estacionado en la estación de tren. Con el tipo adentro, ¿no? Y la leyenda urbana era que era carísimo, que era imposible. Y yo creo que no puede ser porque el tipo no podría vivir si fuera tan caro. A menos que efectivamente fuera cierto y fuera tan carísimamente caro, que con hacer un viaje cada tres meses le alcanzaba (que es lo que decía la leyenda). O que vendiera falopa[13], qué se yo (no me suena tampoco). A veces pienso si no soy también ese taxi, que está “esperando el milagro” (como se llama el disco[14]) y que no se mueve esperando que el milagro le llegue. Bueno, siento que este episodio tampoco tiene el nivel que yo quisiera que tenga. Pero hoy me dio ganas de grabar podcast y acá lo estoy haciendo.
La prueba de vida del día de hoy es que mis amigos de River pasaron de decir “dale Luis Suárez, decidite: vení o no”, a “por favor vení Luis Suárez”, a “¿qué le pasa a este Luis Suárez? Si no quiere venir que no venga”, a “dale, Luisito, te lo pido por favor”[15]. Más que eso, no sabemos.
Lo que sí sabemos es que el grupo de No Es Nada en Telegram[16] sigue activo (“noesnadapodcast” así se llama) y que el Capuccino de No Es Nada[17] sigue activo: pedís el link en el Telegram y ahí te lo pasan, y hay gente que habla y dice cosas mucho más interesantes que yo.
Y ahora sí solo resta cerrar y despedirme desde esta ciudad en la que en las piletas públicas la gente hace topless[18]. No es nada.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Saudade
[2] https://dle.rae.es/mono (acepción #9)
[3] https://dle.rae.es/mono (acepción #10)
[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Cataratas_del_Iguaz%C3%BA
[5] https://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_Internacional_del_Orgullo_LGBT
[6] https://www.eldiario.es/sociedad/sindrome-discrimina-colectivo-lgtbi-tratamiento_1_1603608.html
[7] https://es.wikipedia.org/wiki/Premios_Ondas
[8] https://es.wikipedia.org/wiki/Estaci%C3%B3n_Banfield
[9] https://es.wikipedia.org/wiki/Uber
[10] https://es.wikipedia.org/wiki/Cabify
[11] https://es.wikipedia.org/wiki/Rem%C3%ADs
[12] https://es.wikipedia.org/wiki/Buenos_Aires
[13] https://dle.rae.es/falopa
[14] https://es.wikipedia.org/wiki/Esperando_el_milagro
[15] https://www.losandes.com.ar/mas-deportes/el-contrato-millonario-que-river-le-ofrecio-a-luis-suarez-quien-debe-contestar-en-horas/
[16] https://t.me/noesnadapodcast
[17] https://cappuccino.fm/
[18] https://www.epe.es/es/madrid/20220625/censura-teta-madrid-piscinas-topless-13911967