Soy padre, luego existo.
Podcast (noesnada): Reproducir en una nueva ventana
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345. Imbatible
Yo sabía que iba a pasar. Porque pasa, porque pasó y porque pasará. Pero por otra parte no puedo resistirme. La otra vez que para terminar la temporada entrevisté a mi hija en este podcast, fue el episodio con más y mejores comentarios desde que empezó esto. Y ayer volvió a pasar: ayer hablé con ella, en ocasión de sus preparativos para el 8M[1]. Y no sé (es como que yo no sé) pero no por mérito mío, es por mérito de ella. Ya sé, quienes escuchen esto y no tengan hijos, van a decir “todos los que tienen hijos creen que sus hijos son los mejores del mundo”. La respuesta es sí. Pero hay un por qué, hay un motivo. Por lo menos es lo que yo puedo hablar desde mi experiencia: a mí me explota la cabeza que una persona (si digo pequeña y está ella adelante me mata) pero de una persona mucho menor que yo me enseñe tanto y a cada rato como me enseña. Quizás también es por eso cuando algún amigo o alguna amiga me cuentan que van a ser mapadres que me vuelvo tan loco. Porque de verdad es el punto de inflexión en mi vida: no estoy diciendo nada nuevo. Quienes tengan hijos y escuchen esto dicen “y claro, ¡qué novedad! Descubriste América”. No, yo sé que no descubrí América. Pero cuando esos hechos los refrendan terceros, cuando me llegan los mensajes que me llegan respecto de algo que puede haber dicho ayer mi hija o, como suele pasar, de algo que hace, y me vuelvo loco. Me vuelvo loco. Me parece una cosa increíble. Me parece como que comparto por un minuto esa cosmovisión con alguien más. Es como si pensara para mis adentros “¿Viste? ¿Viste que maravilla?”. Y pienso en todas y cada una de las cosas (de la más chiquita a la más grande).
Hoy fue a su primera marcha. Si te digo que no tenía miedo, te miento. Hoy presenció por primera vez que a una de sus amigas le faltó el teléfono de la cartera. Y yo sabía que eso podía pasar porque es una manifestación multitudinaria y ahí siempre alguien va a aprovecharse. Pero también ser padre es eso: es no aislarla de los peligros del mundo, intentar educarla, informarla, prepararla, para que los esquive ella. Lo primero que le dije cuando me contó es “nadie tiene la culpa de ser robado. Ahora me alegro que haya servido de algo toda la charla que tuvimos ayer”. Ayer tuvimos como una TED talk[2] de “diez consejos para utilizar cuando uno va a su primera marcha”. Y varios de esos supuestos se dieron. Hubo una escaramuza: me dijo “papá hicimos como vos nos dijiste, nos pusimos a un costado”. Yo le dije que no hay que acercarse a sacar fotos ni a intentar, cuando uno es niño o joven y va a una marcha, que la curiosidad te haga meterte en un lugar donde no tenés que estar. Vino cantándome las canciones que cantaron. Me puso contento también que me contó cómo contuvieron a su amiga y ahora, instantáneo, le dijo a Nati “mamá vamos a ir a la de la tarde, ¿no?”. Porque ella fue a la mañana a la de los estudiantes y ahora a la tarde quiere ir a la otra y, claro, eso a mí también me llena de orgullo. Que tenga ideales: en este caso son ideales de los que ella me enseña y de los que yo aprendo. Me daba vergüenza decir “comparto”. Porque no importa si yo (desde el hombre de la familia) lo comparto o no lo comparto. Obviamente que lo comparto y que lo aprendo pero acá lo importante es ella y es Nati. Me emociona el compromiso y me voy preparando para el día en que ese compromiso difiera del mío. Que puede pasar: a mí me ha pasado en los últimos años de votar diferente de mi padre y valoro su compromiso y él valora el mío. (No tan diferente, pero diferente). En algún momento esa diferencia fue lo suficientemente grande como para votar dos candidatos a presidentes distintos. Mi madre ni dice a quién vota: la banco, pero sospecho que, peor, que la distancia es más grande todavía.
Es lindo ver crecer a los hijos a la vez que para los que somos personas sensibles y nostálgicas y padres de quienes fueron niños maravillosos saber que hay un montón de cosas que no se repiten. Saber que hay un montón de cosas que ya están prohibidas. Bueno, también parte de sus enseñanzas es respetar eso. Un día me dijo “no me mandes más fotos de cuando yo era chiquita, no me gusta”. Porque claro, en ese mandar una foto por WhatsApp de cuando ella era muy chiquita, hay un texto que no se dice pero que es “¡qué lindo sería que fueras así de chiquita!” y yo le expliqué que no, que cuando yo mando esa foto no significa eso. Pero no me creyó, y creo que hizo bien. A mí me encanta ser el padre de una preadolescente, de una joven como es ella, comprometida, inteligente, sensible, compañera, solidaria. También me encantaba ser el padre de esa nenita tan graciosa, tan simpática. No son cosas antagónicas, pero son dos personas distintas. Supongo que en la dificultad de aceptar ese cambio y de aceptar que uno con el tiempo va queriendo a otra persona, viene incluido en el combo aceptar que uno también es otra persona. Por ahí no sea ni más ni menos que otra de las “features and bugs”[3] de la edad. No tengo mucho más para decir hoy: no creo que pueda decir nada que los haga reír… con suerte pensar. Hoy fue un día más de sentir.
La prueba de vida, uf… Es difícil decir un ocho de marzo la prueba de vida ¿no? Yo pensaba qué puede hacer uno por mano propia para colaborar a erradicar esa desigualdad. Y leí una cosa que dije “bueno por ahí alguien que escuche este podcast sí tiene la capacidad de modificar esto con su propia mano sin depender de terceros, sin ir a esa cosa idealista de ‘bueno yo me comprometo y digo…’ no, no, de hacer”, dije “¿qué puede hacer alguien que escuche esto por ayudar hoy?”. Y leí que en todo el mundo la brecha salarial entre hombres y mujeres es de 23%[4]. Esto significa, un hombre y una mujer con la misma capacidad, con las mismas calificaciones, haciendo el mismo trabajo, en promedio el hombre gana 23% más. Bueno, por ahí si alguien que escucha este podcast tiene entre sus competencias fijar sueldos de personas, por ahí podría mirar qué tal va esa brecha en ese Excel de tu compañía. Quizás esa sea mi prueba de vida y esa sea mi esperanza: que alguien me diga “¿sabés qué? Lo escuché y fui y me fijé”. Ya ni te digo “lo pude cambiar”. Me conformo que me digas “me fijé”. En realidad no hay que conformarse: eso No Es Nada.
[1] https://lac.unwomen.org/es/stories/noticia/2022/03/8m-igualdad-de-genero-hoy-para-un-futuro-sostenible
[2] https://www.ted.com/
[3] https://simplicable.com/new/bug-vs-feature
[4] https://www.nuevospapeles.com/nota/7776-la-brecha-salarial-entre-mujeres-y-hombres-es-del-23-por-ciento-a-nivel-mundial