Hoy toca hablar de hate y de football.
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316. Haber a ver los jugadores
Qué se yo, sorprender te sorprende. Porque si bien quien lo hace, lo hace con esa intención, quien lo hace, lo hace pensando en que de todos modos su esfuerzo es vano. Si de algo no estoy orgulloso como hincha de fútbol, es del nivel de violencia verbal que manejamos en la tribuna. Sin sentido ninguno, el hincha dice las barbaridades más extremas a gente que no conoce y la excusa es siempre la misma: “¿qué querés, con la que se llevan?”. Como si… entonces el problema no es que erró el gol o que marcó mal o que cobró un offside que no era. El problema es que cobra mucho. Ahora, ¿y eso cómo se conjuga cuando en un partido de cuarta división la gente insulta igual? Ni hablar que en Argentina es usual, pasó hace poco en mi club, que el hincha escupa a los jugadores: más asqueroso que eso no hay. Por supuesto, cada vez que pasa eso y la tele lo saca de cerca y se llega a decir “el que escupió es tal”, sale diciendo “no, la verdad me equivoqué, no es lo que me enseñaron”. Es difícil defenderse cuando te vio todo el mundo escupirle a una persona en la cara.
La cuestión es que, a medida que va pasando el tiempo, yo nunca cambié el lugar al que voy en la cancha. Ahora hace mucho que no voy, por supuesto, porque estoy lejos de la cancha de Banfield[1], pero toda mi vida fui a la misma tribuna. No me gusta cómo se ve el fútbol desde la platea y mirá que me invitaron muchas veces. Incluso de visitante, cuando se podía ir de visitante. Hagamos un parate ahí: no puedo entender cómo 2021 y aceptamos que haya partidos donde el público visitante no va. Es como poner un cartel, decir “bueno, hemos sido tan inútiles todos estos años que no sabemos cómo hacer para que vayan dos hinchadas distintas a ver un partido como se hace en todo el universo porque después se matan”. Nosotros no supimos resolverlo y ustedes no supieron dejar de matarse y todos nos ponemos de acuerdo en que mejor que sea cada vez peor la experiencia de ver fútbol. Total qué importa, si total lo que importa es quién tiene más aguante. Claro, vos creés que no cambia nada, porque decís “si yo voy siempre al mismo lugar en la cancha”. El fútbol se juega a la misma hora, es todo lo mismo. Bueno, no.
Cuando la gente que está en la cancha te conoce un poco, las cosas que antes no tenían costo ninguno empiezan a tener costo. Si insultaste a la comisión directiva, si insultaste al árbitro, ahí te lo festejan. Nunca escuché a nadie en la tribuna que diga “che, no insulten al árbitro”. Como que el árbitro tiene su función que es ser insultado.
Pero a mí me pasó una vez que nunca me hubiera imaginado, que un jugador le pidió a otro jugador, que era amigo mío, que interceda para que yo no lo insulte. Hoy lo pienso y digo “y la verdad que tenía razón”. Yo, al putearlo porque era tronquísimo, pero también tenía razón él en enojarse. Ahora, ¿cómo puede ser algo tan pequeño como que una persona te enterás que putea y vas y decís, “che, decirle por favor que no me pute más porque me dijeron que me mata”? Y claro, a mí me lo dijo este amigo y para qué, es peor, porque tengo la edad mental de un nene de cuatro años. Cierto es que los últimos te diría 10 años, ya no insulto en la cancha a nadie. No porque no tenga ganas, sino por este tipo de cosas que me han pasado, que entiendo la responsabilidad que conlleva que alguien sepa quién sos.
Por el contrario, otra vez me pasó con un jugador ídolo de mi club al que yo alguna vez he insultado, ¿cómo que no? Que vino y me encaró. Me dijo “¿vos tenés un problema conmigo?”. “No”, dije yo. “No, no, porque me dijeron que te la pasas puteándome, no sé qué”. Sabes que a partir de ahí, por un lado me molestó, dije “mira cómo me viene a apretar”, y por otro lado dije “me saco el sombrero”. No mandó a nadie (que lo podría haber hecho), no me hizo decir “che, no sé qué”, ni siquiera hizo que también podría haber hecho que los que estaban ahí en la tribuna me digan “che, no, ¿cómo lo vas a putear a tal?”. Sino que vino él y me lo dijo él. Y a partir de ese momento fue cuando yo me di cuenta que del otro lado del alambrado son seres humanos. Es una estupidez lo que estoy diciendo, obviamente son seres humanos, pero ¿qué quiero decir con esto? Que aún cuando del otro lado del alambrado hay alguien que es consagrado, hay alguien que hizo fortuna, hay alguien que es unánimemente respaldado, ese tipo igual le duele si se entera que alguien, que encima de todo él conoce, lo insulta. ¿Mi respuesta cuál fue? Yo públicamente nunca voy a hablar en contra tuyo ni en contra de nadie, cuando voy a la cancha soy un hincha más, grito los goles cuando se hacen y puteo cuando se erran, pero no tengo nada personal con nadie. Sin embargo, con el paso del tiempo, cada vez tengo más claro que él tenía razón. Es más, le pedí disculpas años después sin tocar el tema expresamente, pero él y yo sabemos que estamos hablando de ese tema. Y entendí, supongo que tiene que ver con los años, lo difícil que es mantenerse, lo difícil que es sostener un trabajo público, “público” en el sentido de que todo el mundo lo sabe, y entendí por tener amigos futbolistas que no les da lo mismo, que no existe esa ecuación de “ah, gano mucha plata entonces todo el resto no me importa nada” porque eso es lo que pensamos nosotros que no ganamos esa plata. Para nosotros, ganar esa plata sería un antes y un después. Para quien se dedica a eso y su universo es ese, eso no es un deal breaker, no es algo que le cambie. Bueno, hago esto y cobro esto porque todos los demás cobran esto también, pero en ningún lado en que yo firmo el contrato dice que me tengo que aguantar las puteadas. Lo mismo se puede decir de los artistas en Twitter[2]. “Eh bueno, pero tiene un millón de seguidores que se la banque, que lo voy a reputear”. ¿En qué lugar dice “si vos tenés muchos seguidores te pueden putear”? ¿Cuándo acepté yo ese contrato? ¿Cuándo me hicieron firmar un papel que diga “bueno yo voy a empezar a opinar de política pero a cambio me voy a aguantar que gente que no tengo idea quién es y que no tiene idea quién soy me insulte, me denigre y cobardemente se dedique a hostigarme”?. Yo nunca firmé ese contrato, nunca lo acepté en ningún lado. “Y bueno, pero bancártela si vos ganás plata con las redes sociales, bancártela que te puteen”. ¿Quién me explicó eso? ¿Dónde yo dije que acepto ese trato? Nunca en ningún lado.
Quizás hizo falta recibir hate para empezar a reconocer todas las veces que tiré hate y para darme cuenta de lo equivocado que estaba. Gane lo que gane el otro, tenga la posición de privilegio que tenga el otro, nadie merece ser insultado y nadie tiene que ser chivo expiatorio de tus propios fracasos y frustraciones. Andá a jugar al frontón, tocá parte de tu cuerpo o hacete ver: pero no insultes más a nadie.
La prueba de vida del día de hoy es que en el mismo día en que se festeja el Día de los Derechos Humanos, en Argentina otro uniformado mató porque sí a un civil[3]. Nos encontramos el lunes cuando les diga No Es Nada.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Club_Atl%C3%A9tico_Banfield
[2] https://twitter.com/
[3] https://www.infobae.com/sociedad/policiales/2021/12/10/un-policia-de-la-bonaerense-mato-a-un-joven-de-16-anos-en-miramar/