Todos los viernes con El Pulga salíamos a grabar El Burrito. Nos divertía porque no había que esperar a nadie, no había quien pudiera dar o no dar la nota y porque realmente era siempre una aventura.
Una aventura donde a medida que pasaba el tiempo y los chicos veian el programa, cada vez la golpiza final que me propinaban tardaba menos en llegar.
Año 1997/8